viernes, 12 de julio de 2013

Ghost 09

Capítulo 9
~ Secretos ~



Nada en este mundo es casualidad ¿lo sabes no...?

Todo tiene una razón de ser, el que tu y yo nos hayamos encontrado en este mundo... 
el que seas tu justamente quien me saque de aquí, 
el que se llevase mis sueños, el que terminara con mi vida... 
y quien la comenzara de nuevo...

Solo de ti estuve enamorado... 
solo tu piel complacía a la mía... 
pero en esta nueva vida... 
¿qué te puedo pedir? 
Si ya no eres tú... y yo no soy yo


~Heechul~

-Jay Kim… ¿Qué haces aquí?

¿Jay Kim? Si, así se llamaba, pero hacía mucho tiempo que no oía ese nombre. Tanto que ni siquiera lo recordaba.

-el conde – a mi lado estaba Sungmin. Su cara de asombro era muy obvia. Hacia cien años que habían ocurrido todas estas cosas en esta casa, y aun al paso de los años no habíamos olvidado ni un detalle del pasado.

Solo una cosa nos había perturbado el pasado siglo. Nadie podía recordar el nombre o el rostro de nuestro asesino.

Sin embargo, al momento de verlo, estuve seguro que era él. Y no solo yo, el hecho de que todos los demás estuvieran parados con cara de no entender me hacia estar más seguro que era esa persona a la que tanto habíamos estado esperando.

-Vine a visitarte, estaba en China con Hangkyung, el me dijo que habías comprado una casa y que estaban todos en ella. Me pareció correcto pasar a dejar mis mejores deseos y mis felicitaciones por tu buen trabajo, pero dime… ¿no me vas a invitar a pasar?

-pasa… no hay problema.

Poco a poco todos habían ido acercándose a la puerta de entrada.

-Sungmin, dile a ese chico quien es el… Teuki, ¿has podido comunicarte con Y
Youngwoon? Hae… tiene que haber una forma de decirles que es el momento – estaba en una especie de trance. No podía cerrar los ojos, sino sentía que se desvanecería como humo frente a mí.

Todos los demás salieron inmediatamente a hacer lo que les había dicho. Que yo  tuviera conocimiento, ninguno de nuestros amigos vivos, conocía su nombre o su rostro.

Me quede de piedra, no sabía qué hacer… lo vi entrar a mi casa, casa que el mismo me había dado, platicar con ellos, y el verlo tan cerca de Siwon me dolió. Sabía que si quería, el podría tenerlo, ya que a diferencia mía, el estaba vivo, y yo no.

Me dolió, porque a pesar de que no había pasado ni una semana cerca de él, ya le necesitaba, y los dos días que no le pude hablar fueron más largos que las décadas que he pasado aquí.

Sentí que mi corazón muerto volvía a palpitar.

-no puedo hablar con nadie, nadie ve mis efectos – Sungmin había llegado a donde estaba, después de no sé cuantas horas de absoluta inmovilidad por mi parte.

-a mí tampoco me ven, ni Youngwoon

-Nadie me oye… tal vez nos hizo algo.

-podrá?

Salí corriendo hacia las escaleras, pero al llegar allí sentí que mi corazón me iba a estallar por el esfuerzo.

Sentía cada vez con más fuerza las sensaciones y las reacciones de mi cuerpo como si estuviera vivo.

Y entonces… perdí el conocimiento…


~Donghae~
Cuando vi llegar al conde a la mansión, no pude creerlo. Debía haber algún error… debía ser alguien muy parecido a él.

-debe haber una forma de avisarles… - Heechul parecía en una especie de trance.

Todos salimos corriendo hacia donde estaban nuestros invitados.

-Kibum!! Kibum!! Óyeme!! Estoy aquí!!... Eunhyuk! Hyukjae! Que haces!!porque no me miras!! Te estoy hablando!! Uno de los dos debe verme!!  Levántate Eun!! Sal de la sala!! No! No te acomodes mas en el asiento!! Porque nadie me oye!!!

Les jale de las manos a ambos, paro parecía que ninguno me sentía.

Camine de regreso a donde estaba Hee, no podía dejarlo demasiado tiempo solo… su mirada en ese momento era tan diferente a como había sido a lo largo de los años…

Casi siempre lo veía y parecía triste… y como no estarlo, si se culpaba de todo lo ocurrido hacia ya un siglo.

Pero esta vez era peor… ahora había una mezcla del más puro terror con otra cosa que no supe como identificar.


~
Despertó de forma normal, como hacía ya mucho que no lo hacía. Se había quedado dormido en el sillón del estudio. Volteo a que algo le indicara que hora era, pero los largos cortinajes de terciopelo rojo, no permitían la entrada de ninguna luz, así que no pudo decidir si era de noche o no. Tomo el antiguo reloj que descansaba sobre la mesita lateral y vio la hora. Las ocho. Eso no le indicaba nada aun.

-Yah! Te vas a quedar encerrado allí todo el día?!!

Desde afuera de la puerta alguien le gritaba. Se levanto, y pese a lo extraño que fuera, abrió la puerta.

-lo siento me dormí… - y le regalo una cálida sonrisa al chico frente a el.

-mmm… entonces qué bueno que no he venido a molestar antes, casi nunca duermes, por tu insomnio y por mi culpa… - se mordió los labios en un acto de timidez y disculpa, pero que se le antojo al más alto de deseo e invitación.

-y tus amigos? – tenía que saber si podían hacer escándalo esa noche (porque por lo que le había dicho ya era de noche).

-Min y Wookie están preparando unas cosas en la cocina. Kang y Teuk salieron un rato, y Hae está estudiando.

-mmmm… entonces tendremos que ser silenciosos?

-ehh?? Ni loco! – y el chico se le había aventado, cerrando con pestillo la habitación conforme entraban.

Le beso los ojos con delicadeza, fue bajando hasta su cuello, para luego comenzar a devorar su boca.

En el estudio, había una pequeña sala, con sus sillones largos y amplios. Con cuidado, y sin dejar de besarlo, lo recostó en uno de ellos. Desabotono la camisa con unos pocos holanes y bajo a saborear de ese hermoso pecho, donde latía el corazón al que más había querido.

Sentía su propia piel cálida y húmeda deslizándose sobre la de su amante. Las cosas, a diferencia de muchas otras veces, fueron calmadas y silenciosas al principio. Por algún motivo, ninguno de los dos tenía prisa.

-ahh! Mas! Mas! – Los suaves jadeos que salían de la delicada boca de su compañero eran suplicas para que aumentara sus movimientos.

Y él como siempre, le complacía hasta que se saciaran ambos.

-Conde! – se le había hecho costumbre llamarlo así, pero quería que le dijera su nombre, no es tonto titulo que ostentaba, menos cuando tenía una de sus manos dilatándole, y la otra masturbándolo.

-no me llames así… dime mi nombre… - tenía ya un poco de cordura perdida. Pero es que ese chico que ahora tenía en sus brazos había logrado volverlo loco desde que lo conoció, y aun mas cuando en los susurros de las sabanas había pronunciado por primera vez su nombre.

-Ahh!! Siwon!! MAS! MAS! Wonnie!! – el escuchar sus gritos desesperados, lo hacía sentirse verdaderamente extasiado.

-Voy a entrar Chullie – no era una pregunta, era un aviso de lo que seguía. Retiro delicadamente sus manos de allí donde se posaban, volteo a su compañero, poniéndolo de cuatro, y de a poco entro.

Sentía el cuerpo bajo el suyo sacudirse con violencia, y los ligeros suspiros de dolor, pero siempre había sido así, por más que lo preparara, nunca había forma de que todo lo que poseía, entrara de forma holgada en un lugar tan estrecho como aquel sin provocar molestias.

Se detuvo un poco, pues sabía que aunque le tomaba un poco de tiempo, Chul siempre le avisaba cuando estaba listo para más. No cuando la sensación de dolor se había esfumado, porque nunca lo hacía, sino cuando su cuerpo era capaz de desvanecer la delgada línea entre el dolor y el placer. Además, el también necesitaba ese lapso, para que la presión desquiciante sobre su miembro fuera un poco menos obvia.

Cuando sintió el cuerpo bajo el suyo comenzar a moverse, supo que era tiempo. Empezó con suaves vaivenes, que solo lograron desesperar a su amante. Lentos, pausados. Poco a poco, y conforme la temperatura subía las embestidas se fueron volviendo salvajes, erráticas y aun más profundas, logrando que Hee se retorciera de placer en sus manos al tocar repetidamente ese punto exquisito y secreto.

Lo volteo para poder apreciar su cara cuando llegara al orgasmo, ver su cara dulce y amable desfigurarse por el placer y la lujuria.

Un par de movimientos mas, y ambos se vaciaron marcando, por dentro y por fuera respectivamente, lo que les pertenecía a cada uno.

-te amo, adorable Conde Choi

-Y yo a ti, Kim Heechul


~~
Sintió las frías manos de alguien en su cabeza.

-Parece que está despertando

-Denle espacio! Necesita respirar!

-es tu culpa Eun!!

-Dejen de pelear y abran las cortinas y la ventana

No reconocía el mar de voces que lo rodeaban. Poco a poco conforme se fueron abriendo los ojos pudo distinguir unas pocas cosas. Se le hacía todo tan irreal, como si no perteneciera a esa época.

Las cortinas rojas estaban ya levantadas, y la luz del sol se colaba sin piedad sobre él. Al lado de la cama, estaba ese reloj antiguo que había visto hacia no mucho junto a su sillón en el despacho ¿Pero qué hacía allí? El no lo había movido de lugar. Además, ¿quiénes estaban a su lado?

-Siwon, ¿estas bien?

-¿Dónde está Heechul?

-Donde siempre, no lo hemos visto desde que llego Jay Kim

-¿Jay Kim esta aquí?

-Sí, luego que llego te desmayaste…

Poco a poco y como si de un sueño se tratase, imágenes borrosas y hechos poco precisos venían a su mente.

-Gracias, chicos. ¿Qué paso exactamente?

-No lo sabemos… Te desmayaste, cuando Jay comenzó a decirte unas cosas del nuevo trabajo que harían juntos para una revista Tailandesa.

No estaba seguro de que cosa era la realidad y cual el sueño… hasta hacia poco se había quedado dormido al lado de Heechul, y ahora despertaba con sus compañeros del trabajo rodeándolo.

-Heechul! Heechul!! –comenzó a llamarlo de manera desesperada… algo malo debía haber pasado para que no le respondiera.

-Siwon… baja la voz… Jay Kim no sabe de la existencia de Heechul ni de sus amigos

Todo se le hacía tan raro. Pareciera alguna clase de malentendido. Él era el Conde Siwon Choi, pero dentro de si también sabía que era el modelo Choi Siwon… ¿quién de los dos era realidad?

Además, estaba el hecho que en ambas memorias conociera ese nombre… solo que en las primeras no recordaba su rostro. Sabía que había sido su mejor amigo, y que habían viajado juntos a la India y Francia para firmar acuerdos y tratados con compañías de esos sitios, desde incluso antes de conocer a Heechul, pero por más que lo intentaba… no recordaba nada de su aspecto.

Pero estaba el hecho que le recordaba también rodeado de los flashes de los estudios de fotografía donde habían trabajado juntos, o desfilando desenfadado y cool por las pasarelas parisinas.

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