sábado, 29 de septiembre de 2012

[Sichul] Síndrome de Estocolmo

Título: Síndrome de Estocolmo
Couple: Sichul ._.
Tipo: Oneshot
Género: Angs, Super Angs, Lacrimógeno TwT
Clasificación: PG {+15} *no me hago responsable de suicidios por envenenamiento con galletas de animalitos o corta venas con ejotes*
Advertencias: insinuación de Hanchul, Sichul brocken, todos brocken, dead and crazy!
Comentario: Les recomiendo leerlo con Stockholm Syndrome de Muse como fondo (lo que está en cursivas son pedacitos de la canción) Esto ya estaba en HATO, no se si alguna ya lo haya leido, pero esta bien, me obligaron a subirlo... :D
Dedicatoria:  A las Sichulosas: Lunnis Heechan, Mew19, Osito de Chocolate (…y todas sus personalidades) y  todas las demás que llenaremos Hato de Sichul~
Mencion especial: A HIROSHI y las chicas locas del Chatiadero... ~ que me han hecho la noche <3 b="b">




Síndrome de Estocolmo.

Alguna vez has oído hablar de él?

Se documento por vez primera en la ciudad de Estocolmo, durante un asalto a un banco. Nadie nunca supo la razón.

No sé cómo paso. No sé cómo me deje envolver en este juego. Pero cada que lo veo se me ilumina el rostro. Sé que él me ama. Pero esta es una situación delicada, no se siquiera que pueda salir de aquí. No sé si quiero salir de aquí.

Como pensar correctamente? Para empezar como llegamos a esta situación?


Mira hacia las estrellas, esperando arder en tus ojos.
~

*dos meses atrás*

-yah! Park Jungsoo! Deja de molestarme. Me voy a ir y ya! No hay vuelta de hoja.

-Ah~ Heechul-ah! Vamos! Tienes que llevarme.

-ojala pudiera, pero voy con mis padres. Y además, tú tienes que quedarte con Youngwoon…

-divierte entonces! – la llamada finalizo y Heechul se quedo con el tono aun en el oído. Presentía algo. Sabía que algo iba a pasar.


“Hannie! Me voy mañana! Nos vemos en un mes. Cuídate y no te portes mal en mi ausencia” Había texteado en su teléfono y luego se lo había mandado a su novio.


~
Aquella mañana había comenzado como una mañana normal en su vida. Como cada mañana. Demasiado normal. Se había parado y había bajado al desayunador con su familia. Su hermana había llegado desde Los Ángeles para pasar unas vacaciones. En la tarde partirían hacia las montañas para esquiar un poco y pasar las fiestas de Navidad y año nuevo. Cerca de las tres de la tarde comenzaron a alistar sus cosas. Irían en uno de sus coches.

La familia Kim era muy rica. Tenía casas por todo el país, y además dominaban el mercado farmacéutico de China, Corea y Japón. Tenían dos hijos. La hija menor se llamaba Kim Heejin y era una verdadera hermosura. Estaba estudiando químico farmacobiólogo en la universidad de Cambridge. El hijo mayor, Heechul, había terminado la carrera de Psicología en la universidad de Seúl, y había hecho una maestría en Síndromes. De todos, el que más llamaba su atención, era el síndrome de Estocolmo, no entendía la complejidad de aquel sentimiento.

Al llegar al hotel donde pasarían la primera semana, se registraron y estuvieron curioseando un poco. Le encantaba aquel lugar. Desde la habitación que había sido reservada para él, se observaba un hermoso paisaje nevado, los pinos formaban una perfecta línea en el límite del bosque y las laderas. El hotel estaba sobre  un peñasco, por lo que se veía, a lo lejos, un rio congelado y más adelante, un lago donde se podía patinar. Era demasiado hermoso.

Eran cerca de las ocho de la noche cuando, después de tomar una merienda con su familia, se retiro para dormir y descansar. Abrió la puerta de su habitación y todo estaba demasiado callado. Un exceso. No encontraba el interruptor y comenzó a sentir un nudo en la boca del estomago. Se desespero por no encontrar el maldito mando. Al fin, la habitación se ilumino cuando deslizo su mano un poco más abajo y movió el aparatito.

Entonces se percato que había dejado la ventana abierta. Se acerco a cerrarla, pero antes que pudiera reaccionar siquiera, una mano le tapo la boca, mientras que la otra se cernía fuerte sobre su cintura atrapando con él, las manos.

-Tranquilo, Kim Heechul. Solo nos acompañaras un rato.

No era posible. Las lágrimas comenzaron a caer de sus ojos y sintió como otras manos apresaban las suyas para atarlas con una soga que lastimaba demasiado, y si quisiera quitársela, antes se sangraría mucho. No podía gritar, y aun así lo intentaba con todas sus fuerzas. Los gritos ahogados se mezclaban con quejidos de dolor y jadeos de pánico. Comenzó a mover los brazos esperando soltarse y salir corriendo, pero no podía contra ellos. Eran demasiado fuertes. Su boca fue liberada de la mano, por lo que alcanzo a gritar un poco.

-Déjenme en paz! Les daré lo que quieran!! Déjenme!! – sus sollozos comenzaban a no dejarle hablar – Por favor… por favor… por favor.

Uno de los dos hombres le hablo.

-No podemos dejarte Kim Heechul… vales demasiado. Más de lo que imaginas.

Cuando hablo le pudo ver de frente, pero no sirvió de mucho, pues llevaban pasamontañas negros, igual que el resto de su vestimenta. Tenía tanto miedo. Tanto. Tanto. Tanto.

Ya no podía hacer nada salvo llorar. Lo habían amordazado con una cinta alrededor de su boca y luego le habían puesto un paño húmedo. Las lágrimas seguían escapando mientras perdía la conciencia.


Grito, lloro y rezo
~

Despertó sobresaltado sobre una cama.

Había sido un sueño.

Pero cuando se dio cuenta, tenía los pies y las manos atadas, además de que aun traía la mordaza que le impedía gritar.

Vio lo que había alrededor. Del otro lado de la habitación, que no media más de dos metros por dos, estaba una pequeña estufa de carbón, que se mantenía prendida supuso que para darle calor, aunque no funcionaba, pues temblaba de frio. Todo el cuarto estaba pintado de un color crema, pero este se había vuelto un color sucio. Estaba tendido sobre un catre demasiado pequeño. Con una sabana de color café cubriéndolo. Sobre su cabeza había una ventana por la cual se veía era de noche. Las estrellas brillaban mucho, y en una esquina se alcanzaba a distinguir la silueta de un pino delineado por la luz de la luna.

Desde afuera escucho una conversación.

-Sí señor, lo tenemos. Ahora pediremos el rescate. Eh? Fue muy fácil. Demasiado. Llego solo… si, lo sacamos por la ventana. Si, ahora mismo me comunicare con la familia Kim.

No. No. No. Que por favor no les hicieran daño a sus papas ni a su hermana. Por favor. Por favor. Por favor. Sentía el ardor de algunas heridas en los brazos y las piernas, posiblemente de cuando lo bajaron sin que nadie se percatara, pero esto no era nada comparado con el temor de que dañaran a alguien de su familia.

Las lágrimas comenzaron a deslizarse nuevamente por su rostro. Su ropa ya estaba empapada y por ello, fría. Aunado al frio que calaba de afuera, no era nada bueno, pero no podía detener los espasmos por los cuales se retorcía, no sabía si eran por el frio o por el llanto. Su cuerpo se arqueaba de forma estremecedora. Tenía mucho miedo.

Puso de nuevo atención afuera cuando oyó más voces.

-si. Más le vale. Tres millones de dólares. Sin marcar. No puede avisar a la policía – parecía el típico dialogo de película cuando pedían rescate por alguna persona, hasta que lo oyó – luego, decidiremos si lo liberamos o no.

¿Pensaban tenerlo allí para siempre? ¿Sería que su suerte era esta?

Golpearon a su puerta, más bien la apalearon, como si la puerta tuviera la culpa de algo.

-cállate! Más vale que no hagas nada o intentes algo porque te puede ir muy mal niño! Entendiste!

Y la casa se sumió en el silencio. Vio como la luz que se observaba bajo la puerta era apagada y todo su cuarto se ahondaba en la oscuridad, solo la luz blanca de la luna intentando colarse por la diminuta ventana y los carboncitos luchando por seguir ardiendo con su luz roja.

Entre sollozos se volvió a quedar dormido.


~
Dos días después estaba aun más desesperado que al comienzo. Una chica le había ayudado a ir al baño y le había dado de comer un poco. Sopa y café. Al menos había estado caliente, lo que su cuerpo le agradeció. Luego la chica lo había votado otra vez al cuarto ese.

Al tercer día, uno de sus captores le dijo que si prometía estar tranquilo le quitarían las ataduras de los pies. Y al cuarto día se había visto libre para dar vueltas en la habitación.

Las lágrimas ya no salían. No querían salir. Se había quedado sin ni una que derramar.


~
-Ok. Se encargara del paquete. Si. Ella ya no quiere hacerlo. Claro

Las voces al otro lado eran poco frecuentes, al parecer, estaban tratando de hablar lo menos posible. Era de día. Era lo único que sabía. Por la ventana entraba la luz del sol, pero en las montañas, uno apenas y podía decir que hora era. Todo el día era brillante y frio por la nieve.
Sus manos temblaban. Y también su cuerpo. Estaba acurrucado en una esquina de la camucha.

El miedo se apoderaba de él cuando oía que se abría la puerta.

El primer chico que había entrado por allí, había intentado propasarse con él. Había hecho que sintiera nauseas y mucho miedo, pero habían ido a buscarlo y había detenido sus obscenos manoseos, prometiéndole que volvería, afortunadamente, no lo hizo. Pero llego una chica. Ella le miraba desde arriba, creyéndose superior a todo y a todos. Lo maltrataba y le pegaba. Podía sentir lo hinchado se su pómulo, y la sangre palpitar debajo de su piel. Además, varias veces había sentido es sabor metálico en su boca.

La puerta se abrió y dejo ver a su nuevo guardia, supuso.

Era alto, y muy fuerte. Parecía que ocuparía todo el lugar de la habitación. Pero no llevaba mascara. Tenía unos rasgos masculinos muy hermosos, y de haberlo encontrado en otra situación tal vez lo hubiera invitado a salir. No le sonreía, ni siquiera mostraba expresión alguna en su rostro. Cuando lo vio, fue como si viera una maceta o una piedra. No le importo.

En las manos llevaba una bandeja con la comida que le tocaba.

Heechul recogió los pies intentando conservar su calor y hacer espacio para que dejara la bandeja. Ya luego se las ingeniaría para comerla como las veces anteriores.

El chico lo miro extrañado. No era mucho mayor que él, quizá de la misma edad, aunque se notaba joven. Camino hasta la camita y le robo la mitad del espacio al sentarse y colocar la bandeja.

Estiro los brazos y Heechul retrocedió por instinto. Los ojos se le llenaron de lágrimas. Otra vez.

-tranquilo. Soy tu nuevo cuidador. No nos conviene que mueras de hambre. Estoy aquí para mantenerte vivo – la sonrisa que se dibujo en su rostro era demasiado linda. Estiro los brazos otra vez, pero luego recordó algo importante – no debes gritar, o no me dejaran volver a darte de comer, entendiste?

Le hablaba como si fuera tonto o retrasado, despacio y remarcando cada palabra, esperando que le hubiera entendido. Y Heechul pese a todo, acepto. Necesitaba la comida.

Con cuidado aquel extraño le quito la mordaza liberando su boca, de la cual salió un suspiro en parte por el dolor, en parte por la frustración.

-las manos no te las puedo liberar. Lo siento. Ahora, toma agua primero – había hecho lo que la chica no. Le había dado un vaso de agua, y además, llevaba una pequeña jarra por si quería más. La bebió cual naufrago y sin decir una palabra le extendió el vaso (el cual sujetaba precariamente con sus manos atadas).

-quieres más? – estaba atento a sus gestos. Y cuando asintió tímidamente, el vaso fue rellenado con ese líquido que hacía dos días no le daban. Cuando se hubo saciado, el desconocido le ofreció la sopa a cucharadas. Heechul tomo la primera con prisa, quemándose en el proceso, cosa que también fue observada, calculada y las siguientes cucharadas, fueron sopladas por el chico para que fueran comestibles.

Sin dirigirle ni una palabra, por el miedo que le producía, termino la comida y el muchacho salió de la habitación llevándose todo.

-Si necesitas algo mas, toca la puerta. Solo estoy aquí para mantenerte vivo, así que… bah!

Y se había ido, dejando la puerta cerrada como siempre y a Heechul hecho un ovillo en la cama y sin la mordaza.


~
Qué pensaría su familia? Habrían dado el dinero? Cada día la duda le carcomía por dentro. La rutina con el chico de la comida era lo único que le hacía tener la fe que algún día saldría de allí. Iba tres veces al día, y a veces también llevaba más carbón para mantener la chimenea de hojalata del cuarto.

Cuando llevaba cerca de una semana de atenderlo, le llevo también una cobija, un poco más gruesa que la anterior. Ese mismo día le había ayudado con un poco de limpieza.

Por la noche, Heechul lo había visto llegar con su bandeja. “sopa y café” pensó.

Pero la bandeja se veía extrañamente mas llena de lo que debería.  La coloco un poco lejos y tomo un pocillo y un trapo.

-Kim Heechul, no debería estar tan sucio – dijo pidiéndole permiso con los ojos de poder acercarse. Heechul no supo qué hacer, pero cuando estuvo tan cerca que podía sentir su respiración, no hizo nada para impedirlo. En pequeño paño había sido remojado en el agua, pensó que estaría frio, pero no fue así – calenté agua… no pensaras mal de mi verdad?

Su sonrisa era lo que más le hacía llorar. Bajo la mirada para que no notara las gotas escapando de sus ojos. Paso con cuidado el paño por todo su rostro, hasta que estuvo contento y convencido que no había más suciedad. Luego puso un poco de pomada en su pómulo hinchado.

Su cabello ya había crecido, por lo que lo deslizo detrás de las orejas y jalo el resto de la bandeja. Este tenía el plato de sopa y el café. Pero tenía más cosas. Al lado, estaba su jarrita de agua y un poco mas allá, un vaso de leche que al parecer por el humillo que emitía, estaba caliente y junto a este, había un chocolatito, envuelto con papel dorado. No lo podía creer. Supuso que si los demás se enteraban de sus buenos tratos lo correrían o lo matarían o le harían algo.

-nadie sabe lo que haces por mi verdad? – al fin, después de mucho tiempo en silencio, le había arrancado unas palabras de la boca, y que mejor que fueran de preocupación por el.

-si se enteran estoy muerto…

-y porque lo haces? – Heechul aun no entendía.

-al principio, porque me pagaban bien. Ahora no lo sé. Quiero verte reír supongo – y se encogió de hombros, para después darle de comer.


~
Los días pasaban lentamente.

-tus padres involucraron a la policía. Es posible que ahora te estén buscando. Quizá nos vayamos de aquí pronto – Heechul ahora no protestaba por comer, y aunque seguía sin hablar, se sentía a gusto con él. De vez en cuando, le daban ganas de llorar por la importancia de no estar junto a su familia, pero luego recordaba que podía estar peor y lloraba más.

Todo en el era extraño. No comprendía aun porque le informaba de todo. No sabía porque se interesaba en el. Y cada que se acercaba su corazón latía agitadamente. Y una sonrisa boba aparecía en sus labios. Claro, una sonrisa triste y boba.


~
Un día, no llego. No sabía que había pasado. Desde que lo había conocido, había sido siempre preciso para llegar, sin embargo, ese día lo dejaron completamente solo. Cerca del decline del día, la muchacha que le había dado de comer durante los primeros días, le dejo su bandeja sobre la cama y se fue. ¿Dónde estaba? ¿Lo habrían descubierto? ¿Lo habían matado? ¿Era su culpa? Las preguntas no dejaban su cabeza.

El fuego de la hoguerita comenzó a apagarse, y alguien había olvidado olvidar la ventanita. No es que se fuera a escapar, pues además, tenía barrotes, pero comenzaba a hacer un frio terrorífico. Comenzaba a no sentir los dedos de los pies y se arrincono aun mas, jalo como pudo su manta, pero estaba igual de fría que el.

Se resigno a la peor noche de todas, porque además, no había probado bocado por estar pensando en tantas cosas. En él.

El viento frio se colaba, al parecer, habría una tormenta allá arriba. Los dientes le castañeaban y a nadie parecía importarle su destino. Moriría congelado.

Cera de la una o quizá las dos de la mañana, porque podía ver la luna por la ventana, completa y redonda y blanca, alguien entro por su puerta. Los últimos pedacitos de carbón hacía rato se habían consumido y toda la habitación parecía un congelador.

-malditos, me voy un día… y te tratan así… - se adentro al cuarto y como pudo cerro la ventana (aunque esta se cerraba por fuera), luego coloco mas carboncillos en la estufa y los prendió. La luz no servía, había oído el clic del interruptor varias veces hasta que noto que la bombilla estaba quemada. Heechul seguía temblando en su catre.

El chico se acerco hasta él y lo tomo en sus brazos. Le quito la sabana y se abrió la chaqueta. Lo levanto con tanta facilidad que parecía que no pesaba nada. Luego, se tumbo en la cama y lo acomodo dejando sus pies fríos enterrados en sus muslos para darles calor. Lo abrazo y lo arropo contra su pecho. Heechul estaba en shock. Lagrimas cálidas comenzaron a escurrir otra vez de sus guijarros.

-lo siento mucho. Me mandaron a hacer un encargo. No quería dejarte. Allá afuera hay una tormenta, por eso no pude llegar más temprano. Lo siento. Lo siento. Lo siento – le decía mientras lo apretaba contra su cuello y comenzaba a sentir el calor de su cuerpo. En la oscuridad se atrevió a hacer algo que había pensado, pero que no creía poder hacer. Deslizo sus manos hasta su rostro y se dedico a memorizarlo con las yemas de los dedos. Sintió sus labios, el ángulo de su nariz, sus ojos. Luego, enrosco los brazos por debajo del abrigo y se acurruco aun más.

-mañana saldrás de aquí… descansa, que mañana será un día agotador – oyó el ultimo susurro de sus labios, aunque pensó que era una alucinación por el sueño.


Ellos volaron, ellos fallaron y ellos ardieron
~

Se escuchaban golpes. Muchos golpes. Heechul se despertó sobresaltado, algo que ya era normal por esas fechas. Detrás de su puerta había mucho ruido.

-Listo, aquí termina todo Heechul. Suerte. Se feliz – el chico que lo había cuidado se estaba despidiendo. Luego sin pensárselo siquiera había recibido un beso, un beso dulce, un solo roce. Y había cerrado los ojos entregándose a esa caricia.

Le sonrió y se fue por la puerta, dejándola otra vez cerrada. Y entonces se dio cuenta que estaba atado de pies y manos. No. No. No. No. No.

Un golpe se oyó en la puerta, un golpe que lo asusto. Después de un segundo, se vio rodeado de policías apuntándole con sus largas escopetas. Uno de ellos lo fue a desatar y le coloco una manta encima de los hombros.

-estas a salvo hijo… vamos a casa.


~
No lo podía creer ¿Como habían dado con él? Cuando salió de la casita donde había estado, vio a dos hombres y una mujer ser arrestados. Además, la casa estaba rodeada de árboles y arbustos, y era poco visible desde cualquier lugar.

En la estación de policía, estaban esperando su madre, su padre y Heejin. Cuando los vio, no pudo evitar el llanto. Había llorado en un par de meses, lo que no había llorado en toda una vida, de eso estaba seguro.

Relato a la policía como se lo habían llevado y donde lo habían tenido. Pero por una especie de lealtad (no quería llamarlo de otra manera), no dijo nada cerca de su guardián.

Retomo su vida, pero sentía que algo le hacía falta. Hangeng le había intentado ayudar y con su cariño hacerle olvidar lo sucedido, pero no podía. Incluso sus amigos, habían hecho lo posible por él. Entonces, una semana después de haber sido liberado, por azares del destino, estaba cambiando los canales, cuando en uno lo vio.

Su guardián.

-Choi Siwon es buscado por complicidad en el secuestro de Kim Heechul. Sus compañeros fueron capturados, pero el logro escapar.  Cualquier informe que tenga acerca de este criminal, hágalo llegar  a las autoridades correspondientes.

-Choi Siwon… - no había nadie a su alrededor, nadie que hubiera podido escuchar el susurro.


Esta es la última vez que te abandono
~

Esa noche, sintió como si algo fuera a pasar. Se sentía igual que aquella noche. Entro a su cuarto y no prendió la luz. Se dirigió a su balcón. Ya no tenía miedo. Quería verlo.

Sintió unos brazos rodeando su cintura. Suavemente.

-estas bien? – coloco sus manos sobre las otras y asintió con la cabeza – vámonos…

La propuesta le pareció descabellada, pero acepto gustoso. Entro corriendo a su habitación y en una mochila puso unos jeans, unas camisetas y su dinero. Su teléfono celular, porque después le avisaría a su madre, no quería preocuparla.

Bajo corriendo y le dio un beso de buenas noches a su madre, su padre y su hermana. No quería irse sin eso. Subió feliz al encuentro de su captor.

Escaparon por las escaleras de servicio.

-yo le avise a la policía dónde estabas. No quería que siguieras allí – Estaban en el coche de Siwon, aun nevaba. Delante de ellos aparecieron unas luces y Siwon volanteo para evitar chocar. El coche se fue a un barranco y quedo atascado entre los árboles.


Esta es la última vez que te olvido.
~

Despertar en habitaciones desconocidas era algo a lo que se empezaba a acostumbrar. Todo era blanco. Se incorporo en la cama y por la puerta entro Siwon. Gracias al cielo, estaba bien.

Se sentó a su lado, y ninguno de los dos dijo ni una palabra.

Ojala pudiera
~

-Su hijo sufre del síndrome de Estocolmo. Se intento fugar con su captor, el cual al parecer tenia la misma idea. Por algún motivo se enamoraron. Y él no lo va a dejar ir – la madre lloraba y el padre no lo podía creer.

En el monitor se observaba a un sonriente Heechul en un cuarto blanco recargado sobre un objeto imaginario. Completamente relajado y feliz.

En la pantalla de al lado, las noticias anunciaban la muerte del secuestrador que se había fugado durante el rescate de Heechul, y con el cual había intentado huir.
~
Y amaron, y esperaron y murieron



*Por si alguien no lo sabe. El síndrome de Estocolmo, es un estado en el cual la víctima se siente identificada con su agresor. El caso del asalto al banco es real, es el primer caso de Síndrome de Estocolmo. Durante un asalto a un banco en esa ciudad, una de las rehenes, afirmaba haberse enamorado del asaltante, cuando lo capturaron lo beso, incluso lo defendió en la corte. Muchos de estos casos se dan en secuestros largos y la victima termina s

3 comentarios:

  1. HI! PRIMERO HIRO-SAN NUNCA DEMORA EJEJJ OTRA MUY BUAN HISTORIA ESTANA LEYENDOLA ANTES QUE LA PONGAS EN EL CHATIADERO ME PASE UN RATO POR TU BLOG SI NO TE MOLESTA CLARO JEJEJ
    FANBOY REPORTANDOSE- FUERA

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    1. HIRO!! Ves? te dije que ya lo subía... hasta ni cuenta me di del comentario... gracias! Nos vemos en HATO~ cuídate ~

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  2. wowoowowoow deverdad aahhhh voy a llorar siwon murio nooooo
    yo le amo a siwon noi puede morir enserio esto es verdad interesante

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